El semiárido Larense está conformado por dos grandes
áreas: la primera conformada por pequeños valles, con escasa tierra agrícola,
en donde predomina la crianza de caprinos; por esas razones las familias deben
complementar sus ingresos con actividades no agrícolas como comercio y
migraciones laborales estacionales a la agricultura o la ciudad. La segunda
conformada por grandes cuencas, como Quíbor, Carora y Siquisique, así como
otras medianas, como Bobare y El Tocuyo, que tienen gran potencial agrícola
pero el manejo del agua de riego es incipiente. En estas regiones,
particularmente en Quíbor, Carora y Siquisique hay fincas con tecnología
moderna.
En el Estado Lara ya son más de 60 años de esfuerzos,
inversiones, nuevas tecnologías, para sacar a los productores de subsistencia
de la pobreza, en su mayor parte liderados por instituciones del Estado. Se
construyeron muchas lagunas para agua de riego y potable, y cisternas para
almacenar agua de lluvia, la mayoría manejadas en forma comunitaria. El enfoque
de desarrollo que se privilegió fue el de apoyar a los más pobres y en zonas
con poco potencial agrícola o ganadero, por otro lado, hubo una orientación muy
decidida al colectivismo o comunitarismo como modelo de organización del
proceso productivo. En todos estos años se han logrado algunos avances, pero
faltaría saber que otros enfoques y estrategias es necesario aplicar para fortalecer
lo que se ha venido haciendo.
Las estrategias de desarrollo para combatir la pobreza
rural aplicadas en América Latina requieren una revisión profunda, porque luego
de décadas de esfuerzos y enormes cantidades de recursos gastados pareciera que
los resultados todavía dejan mucho que desear. Las nuevas estrategias deben
incorporar los enormes cambios que están ocurriendo en el mundo como
consecuencia del acelerado desarrollo tecnológico, la globalización de los
mercados, los enormes procesos migratorios, la emergencia de una nueva
generación de políticas sociales (por ejemplo la Renta Básica Universal de la
que se está hablando mucho) y los desafíos ambientales.
Un enfoque de desarrollo integrador es lo que se ha
dado en llamar la Gestión del Territorio en el Semiárido; este enfoque toma en
consideración algunos temas significativos, a saber:
- Acceso y saneamiento legal de la propiedad agraria, incluyendo regulaciones y acuerdos para el uso de las tierras comunales.
- Manejo de los recursos naturales (agua, tierra y vegetación) lo que implica una adecuada gestión de las microcuencas como sistemas integrados.
- Impulso de actividades productivas que no acentúen la disrupción ambiental mediante la aplicación de tecnologías blandas.
- Desarrollo social que valore la corresponsabilidad ciudadana y la consolidación de organizaciones autónomas.
- Diseños institucionales inteligentes y flexibles que tengan capacidad de articularse, aprender y de mutar al ritmo de los cambios del entorno.
En los enfoques de desarrollo del semiárido debería
prevalecer una visión compartida entre agentes externos y la comunidad, que
resuelva el falso dilema entre “comunitarismo” e iniciativas individuales, y la
tensión entre la agricultura de subsistencia y modelos más empresariales. El
semiárido debe dejar de verse como un problema, y más bien descubrir las
oportunidades que ofrece para las comunidades.
0 comentarios:
Publicar un comentario